1 Magdalena

Hoy, 17 de Marzo, recordamos y celebramos que este mismo día del año 1815, en Florencia, una pequeña comunidad formada por cuatro hermanas: Gertrude, Cleofé, Verónica y Crocifissa daba inicio a nuestra Congregación. Con ellas comenzaba una larga historia de entrega y solidaridad dedicada a construir  un mundo más humano y cercano. Damos gracias a Dios por la vida y entrega de todas las hermanas que nos han precedido.

Hoy, 12 de Marzo, se ha celebrado el BIKA EGUNA, encuentro anual de los grupos de preadolescentes (10 – 14 años) de la Vicarias III Y VII de la Diócesis de Bilbao.

Se ha celebrado en  Rekalde  y  los chavales del Bilbao y Basauri han tenido la oportunidad de conocerse, jugar y celebrar la Eucaristía juntos. El tema del encuentro ha sido la Creación: El derecho a vivir todos en una misma casa común que tenemos que respetar todos.

De la UP. del casco viejo han participado 5 monitores y 10 chavales. Les han acompañado Marije Calvo y Carminda  Baptista.

En el encuentro nos hemos juntado alrededor de 200 chavales de la Vicaría  III y VII.

 

Tres jóvenes cooperantes de Behar Bidasoa relatan su experiencia como educadoras en Quito.  MARÍA JOSÉ ATIENZA | IRUN.

Las jóvenes cooperantes Ane Etxabe, Aitziber Ochoa y Miren Rábade relataron ayer en el Museo Oiasso su experiencia como cooperantes en el colegio de las Hermanas Pasionistas de Quito, en un acto organizado por la ONG Behar Bidasoa. Las tres jóvenes trabajaron durante los meses de julio, agosto y septiembre de este año en el centro de enseñanza ecuatoriano, al que llegaron después de inscribirse en el programa Jóvenes Cooperantes del Gobierno Vasco. Además, colaboraron en el proyecto ‘Escuelita móvil’, dirigido a niños de la calle.

Lo primero que tuvieron que hacer a su llegada a la capital de Ecuador fue «acostumbrarnos a la ciudad, que es un poco desastre y al propio colegio. Tienes que romper tus esquemas y adaptarte rápidamente a otro concepto de ciudad, a otro concepto de educación…», señala Ane Etxabe.

El centro de enseñanza de las Hermanas Pasionistas acoge a alumnos desde la escuela infantil hasta el Bachillerato. Está situado al sur de Quito, en una de las zonas más deprimidas de la ciudad. «Nuestra tarea allí fue de refuerzo del trabajo que realizan las hermanas pasionistas, con las que convivimos prácticamente las 24 horas del día y que nos acogieron con mucha amabilidad. Es un colegio con escasos recursos materiales. Hay muchos alumnos por aula y prácticamente cuentas con una pizarra y los cuadernos que los propios alumnos traen. Son niños que tienen familia, pero en algunos casos están desatendidos y en general, sus recursos económicos son muy bajos».

En cuanto al programa ‘Escuelita móvil’, en el que también han colaborado las jóvenes cooperantes, «estaba dirigido a niños de la calle. Son niños desasistidos, con muchas carencias. Algunos son conflictivos y todos están muy necesitados de educación y de afecto. Al principio, los encuentras un poco reticentes, porque no están acostumbrados a las relaciones afectivas. Sus relaciones son más duras. Pero luego se van acercando, les enseñamos algunas cosas y acaban recibiéndonos con abrazos».

La experiencia como cooperantes en Quito «nos ha cambiado la visión del mundo», añade Ane Etxabe. «Nos hemos dado cuenta de que tenemos muchos prejuicios. Hay quien piensa que hay gente sin recursos porque no trabaja. Pero hay que ver cómo viven y conocer su historia antes de juzgar. Hay gente que necesita mucha ayuda porque no tiene ninguna oportunidad para salir adelante».

Felices con su trabajo en Quito, las jóvenes cooperantes recomiendan «sin ninguna duda la experiencia. Hay que salir y ver cómo está el mundo. Cuando vuelves ves que ha merecido la pena y te das cuenta de lo positivo que ha sido el viaje».

Publicado en el Diario Vasco de Irún

Behar Bidasoa. Las tres jovenes cooperantes, durante su charla en el Museo Oiasso. :: F. DE LA HERA

“Es de noche. Una noche cálida, tropical. Sobre el viejo y gigantesco mango lucen miles de estrellas… y a lo lejos suenan los tantanes. En algún poblado hay una fiesta.

Los niños duermen hace rato, aunque una de las más pequeñas ha tenido una pesadilla y se ha despertado llorando. Ahora duerme abrazada a mi, hundiendo su cabecita en mi pecho como buscando un refugio, un lugar seguro donde cobijarse.

Me conmueve el sufrimiento pero, sobretodo, el sufrimiento de un niño… y esta pequeña sufre.

Esta casa, este hogar, arropa muchos pequeños corazones rotos. Un día se les quebró la risa, se les deshicieron los sueños…y sin embargo, aun brilla en ellos un destello de luz. No todo está perdido y al calor del amor estos pequeños recobran el brillo en la mirada, la risa en los labios, la sonora carcajada que les nace desde dentro…y el abrazo… el abrazo tierno y fuerte que les trasmite la vida, la esperanza, la alegría y la certeza de saberse queridos, queridos como son, sin límites, porque  si, sin condiciones. La certeza de saberse queridos como Jesús nos quiere…. ¡gratis!

Cuando miro hacia atrás y recuerdo el día que pisé África por primera vez, no puedo menos que sonreír y hacerlo agradecida. Fue un maravilloso regalo.

Entonces yo no sabía que un día, después de muchos años, estaría aquí, sentada en un taburete indígena contemplando la noche con una pequeña dormida en los brazos y… ¡feliz!

Entonces tan solo sabía que una fuerza me empujaba a marchar y que era más fuerte que yo. No podía resistirme y, de haberlo hecho, hubiera dejado de ser yo. SÍ, aquello era una locura, como casi todo lo que Jesús nos propone, pero una locura estupenda y no me la podía perder.

Aquí, en África, en medio de tanta pobreza, injusticia y sufrimiento  he descubierto a Jesús. Un Jesús que me estaba esperando, que quería que le encontrara aquí y ese encuentro me ha cambiado, me ha hecho entrar en su lógica. Una lógica donde el último es el primero, el pequeño el grande, el pobre el rico, el abandonado el más querido.

Aquí he aprendido a saberme pequeña, débil, indefensa y precisamente por ello querida y sostenida por El. Y si El sabiéndome así me lleva en sus brazos. ¿Cómo podré yo negarme a llevar en los míos a todos estos pequeños, a este Jesús africano que me mira desde lo más profundo de sus ojos de azabache?”.

Es el testimonio de una vida Entregada, Ella se llama Isabel Segarra, es de Madrid y trabajó algunos años de voluntaria en nuestros hogares. Después de la jornada laboral como educadora en un colegio, dedicaba largas horas de su tiempo  «libre » a nuestros niños. Lo mismo les acompañaba en el estudio, como a disfrutar del día, parque, cine etc…

De cara al verano se planeó dedicar sus vacaciones a una experiencia misionera y se fue al Congo, donde nosotras- Hermanas Pasionistas estamos presentes. Isabel se incorporó  a la Comunidad de Lumbi, en plena selva. Dedicó su tiempo  a las tareas del campo, al dispensario que atienden las Hermanas, etc… La vida allí no es fácil, pues se carecía de lo más elemental: agua, luz, etc.

Pero eso no fue ningún impedimento para que, de vuelta a España, Isabel estuviera convencida de que algo tenía que hacer por aquel pueblo. Cada uno tenemos nuestros momentos fuertes en la vida para tomar decisiones de envergadura, y para ella aquel momento había llegado. Vino con el firme propósito de dejar su trabajo, una vida hecha, y decidió volver a aquellas tierras. No cabe duda de que la llamada había sido fuerte. Isabel no escatimó nada. Su respuesta fue tajante y se fue al Congo: había descubierto que su sitio estaba en medio de esas personas El Señor quería que su corazón y su vida se centraran en ese rincón del África. Nuestro gozo fue múltiple al saber que ella deseaba hacerlo dentro de nuestra Familia, como Hermana Pasionista.

Después de cuatro años en el Congo, Isabel fue a fundar una nueva comunidad en Tanzania. Y se encuentra allí desde hace 16 años. Primero comenzó un nuevo proyecto en Arusha, cerca de la frontera con Kenia y ahora está en Bagamoyo, en la costa. Su hogar de niños se llama “Kamelot” y, como ella afirma siempre, es una familia, aunque tenga 25 niños y niñas.

 

definitivoEl centro Hargindegi de Cáritas Diocesana de Bilbao celebra su 25 aniversario. Con este motivo, ayer, en la sede ubicada en al barrio de San Francisco, tuvo lugar un encuentro de la familia formada por las personas usuarias y trabajadoras, el voluntariado y algunas vecinas y vecinos. El Obispo participó en una celebración que mostró la gran riqueza de la interculturalidad.

Hoy finalizarán las actividades programadas con motivo del 25 aniversario de un centro emblemático y para muchas personas usuarias “necesario”, de Bilbo Zaharra.  Hargindegi, que forma parte del Área de Familia e Infancia de Cáritas, tiene como objetivo el trabajo con familias a través de talleres y cursos. “Pero lo más importante – explica la religiosa Marije Calvo, alma máter del centro – es que estas personas vayan cogiendo fuerzas para salir adelante”.
Aunque en ciertos ámbitos se tenga la percepción de que la crisis ha pasado, en Hargindegi constatan que, para algunas personas, las situaciones precarias se han cronificado. Ana Mari es una voluntaria que ha conocido el centro desde sus inicios, ya que empezó como trabajadora y se reenganchó cuando se jubiló. Ha sido testigo de la gran transformación que ha sufrido el barrio, pero, sin embargo, confirma que las situaciones de pobreza no han mejorado. Marije añade que están llegando personas de países “que nos sorprenden”, como Eritrea, Perú, Mongolia o Nicaragua.
Vida y esperanza
Hargindegi es un punto de encuentro “muy importante” para personas como Sylvie, Esther, Marie, Lubna o Stainless. Además de adquirir conocimientos han encontrado “una familia”, donde resuenan palabras como vida, esperanza, alegría, acogida o escucha.
La celebración comenzará a las 11 de la mañana con la presentación de los diversos talleres interculturales. Como colofón a la celebración del XXV aniversario, tendrán una comida intercultural.

Acudieron a este evento el obispo de Bilbao Mons. Mario Iceta, el director de Cáritas Carlos Bargo, el vicario de la zona Antón Rey,  personal de Cáritas, representantes de asociaciones de la zona que trabajamos en red.

2 Hargindegi

Ya hace casi tres meses que estoy viviendo y trabajando en la capital de El Salvador, San Salvador. Durante todo este tiempo he sentido cambios profundos en mi manera de ver la realidad, la muchas veces complicada realidad social de este país.
No resulta tan fácil acostumbrarse a una realidad de tensión social por la violencia generalizada y perpetuada por el crimen organizado en este país, viendo armas de fuego cada día al ir hacia el lugar de trabajo y de regreso a la casa. Cada comercio, incluidas tiendas, farmacias, supermercados o parqueos cuentan con personal de vigilancia armado, por lo que es imposible no cruzarse con menos de tres escopetas al día. En el trasporte público también se respira algo de tensión y miedo a los asaltos o atracos pero la tónica habitual suele ser de gente buscándose la vida de manera honrada por medio de la venta de cualquier tipo de producto dentro de los buses, o bien de gente que canta a cambio de una pequeña colaboración económica, etc.
Y es que, en verdad, la gente salvadoreña, a pesar de las circunstancias que empañan este país, es muy hospitalaria y detallista, algo que comprobé desde que puse el pie en esta bonita tierra. Bonita tierra porque El Salvador es un paraíso en lo que se refiere a biodiversidad y naturaleza. Tiene volcanes, tiene lagos, cascadas y ríos. Tiene pueblos hermosos, una cultura bien rica, una gran historia de sus pueblos originarios o indígenas (nahuat, lenca…) y tiene playas preciosas que dan hacía el inmenso océano Pacífico. Y, como he mencionado, su gente demuestra un alto grado de hospitalidad y detallismo en el trato personal.
Además, en lo que se refiere a sus creencias, el pueblo salvadoreño, aún con el espíritu vivo de Monseñor Óscar Arnulfo Romero, es un pueblo con mucha fe. Esa fe impulsa a la gente a no rendirse y seguir luchado, a pesar de todas las dificultades con las que se encuentra en su día a día, y también da fe a los que trabajan por la justicia en este país.
No resulta fácil ni cómodo adentrarse en las comunidades, ya que son las que más sufren, tanto la más extrema pobreza, como la más extrema violencia por parte de las pandillas, mientras hay otras zonas que, incluso estando pegadas a esos cantones (barrios marginales), sus habitantes viven dentro de una burbuja de comodidad y de lujos. Es ahí donde se ven las grandes diferencias, injusticias y desigualdades socioeconómicas de este país pero, no obstante, hay gente que invita a la esperanza. Gente con el espíritu que Monseñor Romero o con el del mismo Ignacio Ellacuría Sj., que viviendo en la zona privilegiada del pueblo salvadoreño cruza al otro lado de la alambrada para encontrarse con los favoritos de Dios: la gente humilde, las niñas y niños que viven en condiciones de pobreza, los jóvenes en medio de situaciones de alto riesgo y vulnerabilidad por vivir en zonas de control de las pandillas, las comunidades de mujeres que encuentran muchas dificultades en el acceso a los recursos básicos tales como la educación, la sanidad, el empleo… Por esa gente fue por la que los tantos mártires de este país entregaron su vida, siguiendo hasta el extremo el evangelio hasta terminar “crucificados” como Jesús, pero vivos por siempre en el pueblo salvadoreño.
Gracias a mi trabajo en la Vicerrectoría de Investigación y Proyección Social de la UTEC – Universidad Tecnológica de El Salvador- , he tenido la dicha de “saltar” a ese otro lado de la
alambrada con la misión de poner en marcha un programa de fortalecimiento familiar con comunidades de mujeres de áreas rurales en la zona costera de El Salvador.
Desde mi fe, vivo esta experiencia desde el agradecimiento por la oportunidad de poder obtener grandes aprendizajes por trabajar con estas comunidades que tantas lecciones de vida enseñan y, cómo no, desde una actitud de servicio y apertura para responder a las necesidades de cada persona. Al llevar a cabo este trabajo, intento poner en práctica la espiritualidad ignaciana, de estar siempre disponible y dedicado a la tarea del servicio. Por eso, además de impartir sesiones, en las que todas las mujeres, niñas, niños y hombres de la comunidad participan, también se reparte un pequeño refrigerio y se brinda una atención desde la cercanía de sentirse hermano, ni superior ni inferior por pertenecer a otra cultura o a otro estrato social.
Así, creo que los frutos que estoy cosechando de toda esta siembra son un regalo y una bendición que tengo que aprovechar para seguir creciendo y colaborando para mejorar la calidad de vida de estos sectores de población de este maravilloso país.

Daniel March Calvo (trabajador social becado por Global Training en El Salvador)

El próximo 30 de Diciembre, a las 19:30 h, en la parroquia de San Antón de Bilbao, tendremos un concierto solidario a favor de los afectados por las inundaciones en Kinshasa ( R.D. del Congo).

Este Concierto  se enmarca dentro de una serie de acciones solidarias que las Hermanas Pasionistas, con la Unidad Pastoral  del Casco Viejo,  realizan todos los años.  El objetivo es sensibilizar a los Preadolescentes y jóvenes de la UP, así como favorecer el desarrollo y la cooperación en países en desarrollo o en conflicto social.

Los beneficios del concierto irán destinados a los afectados por las graves inundaciones que han tenido lugar en Kinshasa (R. D. del Congo).

Sigamos abriendo nuestro corazón a la solidaridad, para que las personas tengan motivos para seguir creyendo en la esperanza.

Este concierto de Navidad contará con la colaboración de  Iñigo de Peque,  organista de la parroquia de San Antón. Le acompañará Isabel Álvarez con otros instrumentos de viento. Ambos jóvenes  nos harán disfrutar de obras de  Händel, Bach, Tartini, Bozza y Liszt

Os invitamos a todos a que participéis en este evento solidario. Gracias.

PREMIOS RIFA_optLas Hermanas Pasionistas con la colaboración del grupo de infancia y juventud de la Unidad Pastoral del Casco Viejo de Bilbao,   han organizado, un año más, una rifa solidaria.   Este año ha sido  a beneficio del  Proyecto de Infancia de HONA  BAY (KENIA).

El Hogar de niños “San Pablo de la Cruz” fue fundado el año 2009 para atender a los niños huérfanos  que se encontraban en situación de  extrema necesidad y vulnerabilidad. La mayoría de estos niños habían perdido a sus padres a causa de la epidemia del VIH/SIDA.

Las Hermanas Pasionistas,   se hicieron cargo del Hogar el año 2010, tienen como misión:

  • Acoger y educar a niñas/os que se encuentran en graves situaciones de desprotección.
  • Proporcionarles un ambiente de seguridad,  dándoles la oportunidad de crecer  en valores y acompañar las distintas situaciones que viven para que puedan reelaborar sus pérdidas afectivas.

También dan respuesta a  distintas situaciones de vulnerabilidad de la mujer, ayudándoles a recuperar su dignidad y sus derechos perdidos.

El sorteo de la rifa se ha realizado hoy, 17-12-2016.

En nombre de todos los niños/as,  MUCHÍSIMAS GRACIAS  a todas las personas que han colaborado en el proyecto.

dia de la familia

Dia de familia

El sábado,  26 de Noviembre, celebramos en la Residencia Inmaculada de Irún el día de las familias. Es un día muy esperado y deseado por los residentes: recuerdan a sus compañer@s  que se fueron a la eternidad y se juntan con sus familiares en un ambiente festivo.

Comenzamos a las 16:00 de la tarde con la celebración de la Eucaristía en la que recordamos a los difuntos del año. A continuación siguió  la chocolatada que fue  amenizado con trikitixa y pandero.

Y para terminar la tarde, tuvimos la ocasión de ver una proyección de fotos de las actividades que se hacen durante todo el año y de ver, también, una pequeña exposición de cuadros hechos por los residentes en manualidades. Y como novedad este año, hicimos un photocall, con la ayuda de Iñigo el de mantenimiento, y los residentes, que resultó  muy divertido.

para poner en la webEl sábado, 26 de Noviembre,Retiro de adviento de la Acción Católica de la Diócesis de Bilbao -2016

El grupo de EKO- ACG (Acción Católica) celebro el retiro de Adviento en Zenarruza, Bizkaia. Les acompañó Marije Calvo, Religiosa Pasionista, y   participaron unas 40 personas.   El tema fue profundizar  en: «hay misericordia en nuestra mirada”.

Una invitación a vivir despiertos, a mirar la realidad desde cerca, con ojos de misericordia. Una invitación a nacer de nuevo al aire del espíritu en este Adviento… Una invitación a escuchar con atención los gritos de sufrimiento del mundo, los lejanos y los cercanos…. Sólo el que se deja tocar por la realidad, cambia su vida…

Orar en Adviento es Plantearse la vida en clave de misericordia, creer frente a lo que parece que nada tiene sentido, en lo pequeño. Es tender puentes, unir fuerzas, es hablar de gratuidad donde las personas mas débiles tengan cabida.Aprender a poner en manos de Dios nuestras esclavitudes, esquemas de vida, metas,  con los que nos hemos montado nuestra fortaleza.

Vivir desde el agradecimiento y la gratuidad. 
Sostenidos por la esperanza del que nos ha convocado.

En palabras de todos los presentes fue un momento de gracia para encontrarse con el Señor.

Eskerrik asko

01