Bodas de oroEl 15 de septiembre, fiesta de  la  Virgen Dolorosa,  Patrona de la Congregación,  hemos celebrado los 50 años  de consagración de nuestras hermanas  Marcela Madariaga y Miren Arantza Barrenechea.

La Eucarístia de acción de gracias se celebró en la parroquia de San Esteban de Etxebarri, Bizkaia. La presidió Txema Arzalluz  cp. y  junto a él concelebraron los pasionistas  Martzel Andrinua y Javier Jayo  y el Párroco de Etxebarri,  Patxi Malo. Les acompañamos en esta celebración un numeroso grupo de  hermanas  de distintas comunidades, así como los familiares de las festejadas.

Txema, en la homilía destacó la figura de María,  su saber «estar» y su «Sí», que le llevó a vivir en fidelidad, desde  la Encarnación hasta la cruz, acompañando a su Hijo, tanto en los momentos en que la vida le sonreía, como en los momentos de oscuridad, silencio y soledad al pie de la cruz. Su sí nos ha abierto caminos de fecundidad y de esperanza.

Marcela y Arantza  renovaron  su “SÍ” a Dios con alegría y agradecimiento. Al finalizar la Eucaristía, Marcela dio las gracias a Dios por la vida, la fe y la llamada a vivir la Consagración en la familia pasionista  y nos agradeció también a las familias y a las hermanas de la Congregación por haberlas acompañado a lo largo de estos años.

A continuación tuvimos una comida en la que la alegría, los cantos y la fraternidad fueron las notas dominantes.

ZORIONAK¡   ¡FELICIDADES¡

03 marcela

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

MagdalenaTenía 15 años y me vendía por las calles de aquella hermosa ciudad. Me prostituía altiva, segura, desafiante…Mi juventud y mi rara belleza me lo permitían. Era muy solicitada y me pagaban muy bien.

Empecé en el oficio a los 12 años cuando apenas despuntaban mis pechos y mis ojos eran aun los de una niña. Una niña rota, nacida en una miserable aldea y vendida por su padre para poder alimentar a sus hijos más pequeños.

– Es aún muy chica, decía mi padre, y me miraba silencioso con sus ojos cansados.

– No lo es, replicaba su mujer, yo a su edad ya me ganaba la vida. Además, tienes otros hijos….Mírales, raquíticos, hambrientos…Mírate a ti mismo, enfermo, sin fuerzas para trabajar… ¿y yo? Qué me dices de mí? Ya he malparido dos veces  a causa de la miseria. Cuando me conociste era bonita. Mírame ahora. Han bastado seis inviernos a tu lado para convertirme en este despojo…Tu hija es fuerte. Saldrá adelante, las muchachas como ella siempre salen adelante. Eso nos dará un respiro, y además aquí, ¿Qué hace?. Una boca más , un trasto inútil…

Así hablaba ella y yo la escuchaba escondida bajo la pobre manta que compartía con mis hermanos pequeños. Los estrechaba contra mí buscando calor y seguridad. No quería crecer. No quería ser mayor… y sin embargo, unos meses después de aquello, cuando más nos dolía el hambre, mi padre me vendió.

 

Si, desde los 12 me prostituía. Primero forzada por las palizas, aterrorizada… pero luego , poco a poco me resigné. Sabía que no tenía otra salida.

Vendía mi cuerpo y eso me asqueaba, me hacía sentir sucia , basura… pero podía comer, tener un techo, bonita ropa y algún capricho… y luego estaban las demás… otras chicas como yo que tenían historias parecidas a la mía.

Vivíamos juntas en aquel burdel que era nuestra casa y además estaba Maura la Chapines, nuestra ama, que sabía combinar la mano dura y el almíbar para conseguir de cada una el mejor rendimiento.

Así pues, a medida que crecía , me iba acostumbrando a aquella forma de vivir y trataba de sacar lo más posible.

Mi ama ganaba mucho conmigo. Me buscaba clientes distinguidos que pagaban muy bien, pero también era generosa, permitiéndome ciertos privilegios que no concedía a las demás. Me llamaba su princesa y a su modo me quería.

 

Fue un día del mes de octubre cuando la vi por primera vez, y fue en el hospital de san Bonifacio.

Yo estaba junto al lecho de la Zarcillos, una prostituta como yo, aunque mayor, enferma de sífilis.

En realidad, fui a verla a escondidas. A nuestra ama no le gustaban aquellas cosas porque decía que deprimían a sus muchachas. Yo me la jugaba pero no podía dejar en su desgracia a la Zarcillos. Ella me había consolado muchas veces cuando me obligaban a prostituirme. Me había curado de las palizas que me daban. Me había llevado comida a escondidas cuando me castigaban y me encerraban varios días sin comer para doblegar mi voluntad. Bajo aquella máscara de cinismo y desencanto latía un corazón tierno en el que encontré refugio.

Ahora, enferma y abandonada encontraba en el mío aquel mínimo de compasión que necesitaba para sentirse un ser humano.

Fue en aquella ocasión y en aquel lugar donde, como digo, que la vi por primera vez.

Ella estaba dando de comer a una muchacha enferma y si no hubiera sido porque a aquel hospital solo iban los más desgraciados y ella vestía como una señora,  hubiera jurado que era de la madre de la joven pues tal era el cariño con el que la trataba.

– Es la Marquesa, me dijo la Zarcillos, y me habló de ella.

La Zarcillos murió cuando apuntaba el invierno. Tuvo una muerte horrible. Murió desesperada, sola, loca…

Aquello me marcó. Yo la había conocido hermosa, sana, deseada por los hombres, rebosante de energía…

Empecé a pensar en mí. Yo no quería un final así. De pronto mi oficio se me antojo una condena. Daba igual que me emborrachara para perder el miedo. Cuando recobraba la lucidez el terror me invadía. Quería huir… pero ¿Donde? ¿Quería dejar aquello…pero llevaba un sello sobre mi frente. Quería ser de otra manera pero… lo sabía… no era más que basura… estaba prisionera y condenada.

La Chapines vio el cambio. Intuyó que podía perder una buena fuente de ingresos y me hizo vigilar estrechamente. Ya no podía salir del burdel sin compañía. Ella era muy sutil pero día a día iba cerrando más y más el cerco.

Pasó el invierno frío y triste. Mi estado de ánimo mejoró un poco. La Chapines conocía su oficio. Sabía cómo tratarnos. En eso éramos afortunadas.

Me dio tiempo. Me engatusó con regalos. Me buscó clientes atractivos, agradables y ricos… en fin, que hizo que poco a poco aquellos negros pensamientos se refugiaran en un rincón de mi cerebro y los olvidé.

Volví a reír con ganas y a disfrutar de lo que me ofrecía la vida, y fue entonces cuando la vi por segunda vez.

 

Era una mañana de abril. Aun hacía frío pero era un día claro y luminoso. La Chapines me había mandado ir a recoger unos afeites  donde su comadre la Pizca. Eran unos afeites caros traídos desde Persia por un mercader de Venecia, buen cliente de la Pizca.

Cruzaba la plaza de la Annunziata cuando un coche de caballos se detuvo ante la iglesia. Me paré curiosa por ver de quién se trataba.    Se abrió la portezuela y descendió  una mujer madura que me miró con sus ojos castaños, con una mirada transparente, luminosa…  y me sonrió. Después entró en la iglesia… Era ella.

Aquella mirada… pero sobretodo aquella sonrisa me conmovieron.

Si, la Marquesa, no solo me había mirado sino que me había sonreído… sonreído con cariño… a mí, una prostituta de 15 años. Y de pronto aquel deseo reprimido en el fondo de mi cerebro, aquel deseo de ser de otra manera, dio un salto hacia adelante y se desbordó por mis ojos en un torrente de lágrimas.

 

De aquello han pasado casi 6 años. Hoy sentada aquí, a la puerta de mi casa, con mi hija de 2 años en los brazos, lo recuerdo.

Pedro, mi marido, zascandilea dentro de la casa. Repara el tejado de la granja que los hielos del invierno han estropeado. Canturrea mientras maneja el martillo, los clavos y la escalera del pajar. Es un hombre feliz y yo también, y esta felicidad se la debo a ella, a la Marquesa.

 

Pero fue en un tercer encuentro donde se decidió mi destino.

Desde aquel día de la iglesia no podía olvidarla. Su sonrisa tan llena de cariño me envolvía y hacía que me sintiera  valiosa, amada. Con frecuencia paseaba por aquella plaza y la veía desde lejos cuando iba a misa.

Yo seguía con mi vida como quien cumple una condena pero sin fuerzas para salir de ella. Poco a poco me iba endureciendo y haciendo más cínica. Me esforzaba por ahogar aquel sentimiento que me brotaba de dentro, el deseo de otra vida. Quería ahogarlo porque me dolía y sabía que era imposible.

Un día, mientras paseaba por la plaza en busca de algún cliente, la vi salir de la iglesia. Yo no sé si ella se había fijado en mi otras veces, ni si me conocía, ni mucho menos si se acordaba de aquel día en el que me sonrió, pero aquella mañana, al salir del templo, no montó en su coche de caballos. Recuerdo que lo rodeó y poco a poco, despacio, con un andar grácil pero seguro vino hacia mí. Se detuvo frente a mí y de nuevo sus ojos castaños me  miraron y volvió a sonreírme.

Bajé la cabeza avergonzada pero ella cogió mi cara con ambas manos y la levantó con ternura. Yo seguía con los ojos bajos pero poco a poco empecé a levantarlos hasta que nuestras miradas se encontraron.

Su mirada me devolvió la inocencia. Me sentí querida, limpia, comprendida… y me llevó con ella.

La  casa no era muy grande y allí  encontré a otras chicas que como yo deseaban salir de la prostitución… y me quedé.

Junto a ella encontré a la madre que no conocí. Me hizo nacer de nuevo. Me devolvió mi dignidad, la fuerza de luchar, la esperanza y me mostró el corazón de Dios, un corazón misericordioso y lleno de perdón.

Lo que soy, se lo debo. Para mí siempre será mi madre y por eso, cuando nació mi hija, le di su nombre, María Magdalena.

Isabel Segarra

Definitivo Roma 2018

Hoy es un día muy intenso: finaliza el XVIII  capitulo General,  que ha reunido en Roma a 61 Capitulares  de todos los continentes, y es, por lo tanto,  el día de clausura.   Celebramos también el  jubileo de 25, 50, 60, 70, 75, 80 y 85 años de Vida Consagrada de un buen número de Hermanas.

Entre las festejadas se encuentran algunas Capitulares  provenientes de  África, de Asia y de Europa. Dos de las festejadas son de España: Marcela Madariaga y Miren Arantza Barrenechea que celebran sus Bodas de Oro de Vida Consagrada.

A todas ellas nuestro más sincero Zorionak¡. Gracias por entregar vuestra vida como el grano de trigo y ánimo para seguir caminando tras las huellas del Crucificado-Resucitado.

Magdalena validoComo estaba previsto en la agenda del capítulo,  después de las elecciones, las capitulares hemos tenido un día de encuentro con nuestras raíces.

De Roma nos hemos trasladado a Signa, Florencia, y hemos visitado la Casa Madre donde reposan los restos de nuestra fundadora, Mª Magdalena Frescobaldi  y donde reside una comunidad de hermanas mayores, que después de una larga vida de fidelidad al Señor y de entrega en la misión, se preparan para el “Encuentro definitivo con el Padre”

Ha sido un día lleno de emociones, porque ir a la Casa Madre es encontrarnos con nuestra historia y nuestras raíces.  Es encontrarnos con Mª Magdalena, pedirle que nos ayude a ser “odres  nuevos”  para llevar adelante ese vino nuevo emanado de nuestro capítulo. Es también encontrarnos con hermanas de rostro arrugado y descubrir el  potencial de vida entregada en tantos años de servicio. Su serenidad y alegría, su cariñosa acogida nos han llenado de un gozo profundo.

VoluntariosEl grupo de voluntarios nos deja de regalo esta bella foto. Nos comentan  que están muy agradecidos por la experiencia que han vivido y porque después de conocer otras realidades, ha supuesto una transformación en sus vidas. Esta mañana hemos tenido la fiesta y después las despedidas: momentos de emoción  y de lloros por parte de los menores ya que estos días han creado vínculos muy importantes. Por la tarde hemos realizado la evaluación final de la quincena y ha sido un momento estupendo para compartir experiencias.

Por nuestra parte, un sincero gracias por vuestra colaboración y generosidad  y por todo lo que habéis aportado estos quince días.

Las Hermanas capitulares han elegido el nuevo Consejo  General de las Hermanas Pasionistas para los próximos seis años (2018-24), teniendo en cuenta las diversas realidades de la Congregación.  Acogemos con alegría su nombramiento y les  enviamos nuestra felicitación.

Ellas acompañarán a la Superiora General, María Dalessandro,  en la animación de la Congregación

1A Felicitación

1 FilipinasLa Viceprovincia Presentación de María de Filipinas presentó el día 19   sus símbolos y lo hizo recordando que el nacimiento del Carisma en su Organismo tuvo lugar gracias a la generosidad de varias provincias  que enviaron hermanas para abrir la primera comunidad en suelo filipino.  De la Provincia Inmaculada colaboraron en Filipinas las Hermanas Mª Ángeles Rementería y Mª Carmen Moreno.

Desde Filipinas nuestro carisma se expandió a la India, Corea del Sur, Australia y Papúa Nueva Guinea, con un total de 9 comunidades a servicio de los últimos.

Símbolos que representan la realidad de la Vice Provincia:

 Bahay kubo / Casa de campo:  Está hecha con materiales sostenibles como el bambú y es ligera, y duradera, flexible y multifuncional. No tiene divisiones para tender a la unidad. Nos sugiere la disponibilidad y la unidad.

Boomerang: simboliza nuestra confianza en la providencia de Dios.

Sulo / antorcha: simboliza la luz de Cristo que guía el camino del Organismo y nos centra en el objetivo de dar esperanza a los últimos.

Imagen de la Virgen: representa a todas las hermanas del Organismo.

Palma: un tipo de árbol al que no afecta la sequia ni otras variaciones climatológicas. Muere solo cuando se le corta. Nos enseña a vivir con esperanza y confiando cada vez más de Dios.

Las Hermanas capitulares han reelegido como Superiora General de las Hermanas Pasionistas a María Dalessandro. Ella continuará dirigiendo y animando la Congregación los próximos seis años (2018-24). Acogemos con alegría su nombramiento y le enviamos nuestra felicitación.

Felicitación

capituloSiguiendo la agenda del Capítulo General, los  días 16 de Julio y 17 por la mañana  hemos continuado con fase formativa a cargo del pasionista escocés Paul Spencer, que nos ha presentado  un Pablo de la Cruz humano y carismático y actual.

En este año, en el que celebramos los 200 años de nuestra  agregación a la Familia Pasionista, la figura de San Pablo de la Cruz tiene gran relevancia. Agradecemos a la Sierva de Dios,  María Magdalena Frescobaldi el habernos dado como Padre.

Por la tarde fuimos en plan de peregrinación a la  Basílica de los Santos Juan y Pablo en la que están el cuerpo del santo y sus últimos recuerdos.  Oramos en la estancia en la que falleció, visitamos el Museo y celebramos la Eucaristía-

Tuvimos también la posibilidad de saludar a Antton Munduate y a algunos religiosos y de merendar en  una de las salas de la comunidad.

Nuestro recorrido concluyó en Ciampino, donde nos acogieron nuestras hermanas de la provincia del Sagrado Corazón con las que compartimos la alegría de un rato de encuentro y la cena.

1 Signo de colombiaEn este camino capitular compartimos el signo de nuestras Hermanas de la Provincia Mª Magdalena Frescobaldi de Colombia, a las que nos sentimos especialmente unidas porque fue una fundación de nuestra  Provincia de España.

Las Hermanas de la Provincia María Magdalena Frescobaldi, nos sentimos como piedras vivas en la construcción de la Comunidad fraterna según el querer de nuestra querida Fundadora: “Un solo corazón, una sola alma”  unidas en Cristo Crucificado y Resucitado por nuestro Amor.

Compartimos con las Hermanas de toda la Congregación aquí reunidas, una uva y una hoja verde como signo de que todas somos parte de la Congregación en cada uno de los lugares donde estamos presentes. La riqueza del don carismático que recibimos para hacerlo fructificar se ha esparcido en Colombia, Panamá, Ecuador y Puerto Rico.

Este odre de nuestra provincia María Magdalena Frescobaldi se ha ido llenando con la entrega y fidelidad de cada una de las hermanas que fermentan cada día el vino de su vocación, en medio de luces y sombras, esperanzas, alegrías, sufrimientos y desilusiones, pero sostenidas con la gracia de Dios.

Queremos en esta mañana entregar la vida, de cada hermana y de cada obra social en la cual nos comprometemos a  transmitir el vino nuevo: la riqueza de la Memoria Pasionis, de tal manera que podamos hacer nuevas todas las cosas, a la medida de Cristo Crucificado.